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Hay que ir a triunfar al mundial

(Tributo tardío con esperanza de grandeza)

Publicado: 2017-11-22

La polka Perú campeón de Félix Figueroa, de donde se toma el título de este texto, había dejado de ser el himno celebratorio de las familias peruanas. Desde el 85 no teníamos un equipo que se le podía plantar a cualquiera y meterle un baile a punta de toque despectivo. Hacía tanto que perdíamos siempre, que hasta se volvió irónica nuestra melodía más festiva. 

El futbol es de sentimientos, y el nuestro era de bronca contenida, de pudor por habernos vuelto débiles e indignos. Y eso es muy triste para una tribu tan hermosa y protagónica como la peruana. Tal es así, que todos en la región han celebrado nuestro retorno. 

Gareca es el principal hacedor de este milagro, quién puede dudarlo. Como se sabe, tiene todas las virtudes del líder transformador: es modesto de corazón, coherente en lo esencial, muy poco dado a la auto-referencia vanidosa, sabio frente a los problemas humanos, generoso en la victoria de sus pares, frentero y sucinto, y sobre todo futbolero orgulloso en cada una de sus células y vibraciones. A esto le agrega claridad estratégica e inteligencia colectiva. Eso sí: no veo a Gareca triunfando en Europa, es muy latino, y está perfecto para nuestros clubes o selecciones. Y mejor que así sea, porque ya es hora de valorarnos más luego de 200 años de infamia. Largo y espinoso tema, al que también nos trae el futbol si pensamos con apertura y sensibilidad.

Y por genio futbolero, Gareca tiene la lucidez necesaria para decirle al periodismo, inmediatamente después de la locura celebratoria, que Perú debe seguir adelante, que cerrada esta etapa la nueva gran meta es cuartos de final en Rusia. Y por qué no digo yo. Suena a entusiasmo, pero es factible si nos convencemos y tenemos un mínimo de fortuna histórica.

Primero lo de siempre: con los once titulares enteros e inspirados Perú hace daño a cualquiera. El mundial es un momento, una emotividad pasajera en la que saca ventaja el grupo más unido y enchufado. Y como se sabe, una vez que termina la primera rueda, son juegos de noventa minutos en los que todo puede pasar. Eso sí: está prohibido irnos con goleada y vergüenza. Hay que enfrentar los desafíos deportivos con coraje y responsabilidad, y hacer que Perú obtenga lo que le corresponde.

Del equipo, diré que obviamente necesitamos a Guerrero (Daniel Peredo dice que llega), y que éste junto a Farfán son un serio problema para cualquier defensa. Creo que Carrillo es, al menos hasta hoy, un brillante jugador de segundo tiempo, y que los extremos de ataque son Flores por derecha y Cuevita por izquierda. Pero debe volver Ascuez, y competir por un puesto de volante por derecha con posibilidad de gol. Y Advíncula debe ser titular en esta selección. 

Fíjense que es un cuadrazo, y que no estamos mencionando a Gallese, Rodríguez, Trauco, Yotún y Tapia, todos tremendos en sus estilos y circunstancias. 

Pero no sólo por razones deportivas debemos ir a triunfar al mundial, sino porque la victoria futbolística nos une y hace mejores, y nos hace llorar desbordantes de humanidad, y nos acerca al camino de tolerancia y asertividad que tanto necesitamos. Vivimos del y para el conflicto, y aunque esto es parte de la condición humana, es falso que no podamos también acercarnos a la buena convivencia desde la sencillez y la sabiduría. Necesitamos referentes para ello, y eso está tanto en nuestros líderes sociales como en nuestros representantes destacados para competencias deportivas internacionales.

Un detalle: tanto el árbitro de nuestro último partido eliminatorio como los neozelandeses visitantes se quedaron sorprendidos con la energía que sintieron en Lima, y aseguraron que esto es único en el mundo. Y es verdad, somos únicos. Ni más ni menos que nadie como dice siempre Gareca, pero muy conscientes de que, desde nuestra particularidad e historia, podemos aportar mucho. 

Ganan todos con Perú en los mundiales: ganan los comerciantes, crece la economía, son felices nuestros niños, se unen las familias, se hace más deporte en los barrios (el día que los gobiernos locales se enteren de la herramienta transformadora que tienen al frente seremos otros).

Y digo más: aquel que piensa que PPK hizo mal en declarar feriado nacional el día posterior a la clasificación no ha entendido nada de la vida (y de la política ni digo). No sé si es populismo, sé que es sensibilidad frente a un país desesperado por alegrías y victorias, que claramente no salía de su asombro y emoción hasta bien avanzada la tarde del día siguiente.

Así que no sólo debemos intentar hacer un mundial digno, sino que tenemos la obligación de ir a Rusia buscando trascender, lo que puede hacerse con victorias (en el mejor de los casos) pero también con momentos sostenidos de buen futbol. Porque si algo debe quedar claro entre nosotros, es que tenemos un estilo de jugar reconocible, y que no hay orgullo futbolero más grande que ser recordados por ello.

Yo no vi jugar a nuestras glorias setenteras, y España 82 es para mí unas cuantas imágenes lejanas y frustrantes. Así que quisiera contar a mis hijos que Cueva humilló al más pintado de los defensas europeos, que el Mudo Rodríguez escueleó y desesperó a cuanto delantero consagrado le tocó marcar, que Farfán y Guerrero fueron una delantera aterradora para todos, que Yotún le hizo un sombrero al más trajinador de los rivales, que Advíncula y Trauco fueron grandes y finos generadores de futbol,  y que Tapia se cargó el corazón latiente de la patria para registro del mundo entero.

Ya estoy llorando de nuevo, hay que ir a triunfar al mundial.


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Camino al andar

Reflexiones sobre gobierno y coyuntura política